Isabel Porta es una figura que resulta familiar para centenares de oscenses que la han visto pasear por las calles de Huesca, subir al escenario del Teatro Olimpia o protagonizar este año un spot de la Asociación ADEE, en una memorable versión de Los Bufones de Velázquez. Con esta escenificación, la Asociación de Displasias Esqueléticas ha querido dar visibilidad a las personas que presentan estas condiciones genéticas que afectan a la estatura y la forma del cuerpo.
Su carácter cercano y su sentido del humor conquistan a quienes la rodean. Recuerda su llegada al mundo como un episodio lleno de prisa e intensidad. Nació en Huesca, en la clínica Bragado, de manera prematura, a los siete meses de gestación. Su padre se encontraba de viaje y tuvo que ser avisado con urgencia. "Fui prematura porque me esperaban para abril, pero yo debía de querer conocer el mundo", afirma con una sonrisa.
Isabel es la pequeña de seis hermanos. Su infancia transcurrió en una época que ella define como de mayor respeto. Recuerda cómo en la escuela les guiaban sobre la manera de comportarse.

Su madre, maestra de profesión y, en palabras de Isabel, "encantadora", fue una figura fundamental en su vida. “Me decía: 'Hija mía, aunque te digan pequeña, no hagas caso: hay muchos colores y números en el mundo, y tú tienes que afrontar tu vida’”, recuerda Isabel.
Con el tiempo, aprendió a convivir con los comentarios sobre su pequeña estatura, un aspecto que siempre llamaba la atención. “Hoy me dicen: 'Qué abuela tan pequeñita', y ya no me afecta, porque te vas curando de esas cosas”, asegura.
Le matricularon en un colegio público y allí fue una más, pero "hincar los codos" no era su fuerte. “Yo no estudiaba mucho, suspendía, claro, es normal. Pero mis compañeras me querían y me protegían, aunque yo no me daba mucha cuenta”, comenta. Terminó su etapa escolar en sexto curso, y obtuvo el certificado de estudios básicos.

En la panadería familiar encontró un espacio donde trabajar y colaborar con su hermano, quien se encargaba del obrador. Isabel recuerda cómo su madre, que había dejado de ejercer como maestra para dedicarse al cuidado de sus seis hijos, le transmitió la responsabilidad del negocio. "Como yo no quería estudiar, me dijo: ‘Pues nada, tú a la tienda’, y yo estaba encantada”, explica. Con la ayuda de un taburete, Isabel atendía en el mostrador, y disfrutaba del trabajo y de la cercanía con los clientes.
Con el tiempo, sin embargo, la panadería tuvo que cerrar e Isabel se dedicó un par de años a cuidar de sus sobrinos, hasta que tuvo la oportunidad de trabajar como vigilante de un parking. “Voy a probar un año”, pensó al aceptar el puesto, y se quedó 11 años y medio.

Con la jubilación -nació e 1955 y tiene ahora 69 años-, Isabel comenzó a explorar nuevas experiencias, y así fue como se enteró de un casting que buscaba actores con diversidad funcional, organizado por Cadis Huesca para el festival Diversario. Y fue seleccionada.
Así fue como participó en la obra Normal, dirigida por Alfonso Palomares, una experiencia que le llevó a "soltarse" y a descubrir nuevas facetas de sí misma. Se estrenó en el Teatro Olimpia y se ha representado también en Boltaña. Además, se va a llevar a Sabiñánigo, el 29 de noviembre; Zaragoza, el 13 de diciembre, y Monzón, el 17 de enero.
Además, la compañía realizó un documental titulado No hay errores, sobre el proceso creativo de Normal.
ACONDROPLASIA
Isabel ha participado este año activamente en la difusión del Día Internacional de la Acondroplasia y las Displasias Esqueléticas, celebrado cada 25 de octubre. Aprovecha para explicar que estas condiciones afectan al esqueleto, causando baja talla y extremidades más cortas, además de otros posibles problemas, como audición reducida o dificultades respiratorias.
Ella misma, dice, es acondroplásica y destaca que en las personas con esta condición las proporciones corporales suelen ser diferentes, aunque cada caso varía. Desde pequeña se preguntaba por qué sus hermanos eran altos y ella no, aunque su familia le explicó que era algo que le había tocado vivir y que debía aceptarlo. “Somos personas normales, lo único que nos diferencia es nuestra estatura”, asegura.
La curiosidad por conocer a otras personas con acondroplasia la llevó a involucrarse en varias asociaciones. Inicialmente, se unió a la asociación Crecer en Murcia y luego a la Fundación Alpe, aunque actualmente pertenece a ADEE (Asociación de Acondroplasia y Displasias Esqueléticas).
Subraya que esta entidad se enfoca principalmente en adultos, a diferencia de otras organizaciones más centradas en apoyar a los padres. Según Porta, ADE también proporciona orientación en aspectos de salud, estudio o acceso al trabajo, y representa un espacio de apoyo.

Recientemente, ADE le dio la oportunidad de participar en una representación especial de Los Bufones de Velázquez, junto a otros socios, que fue grabada en un documental estrenado el 25 de octubre. “Una de ellas soy yo", proclama con orgullo.
La vida cotidiana de Isabel está llena de desafíos que ha aprendido a encarar con una actitud serena. Desde la dificultad de alcanzar productos en los supermercados hasta los mostradores altos en oficinas, farmacias y bancos. Con humor, menciona que a veces debe llamar la atención para que la vean y puedan atenderla.
Con los años, algunas barreras se han suavizado, y en lugares como los autobuses o ciertos espacios públicos, empieza a notarse una mayor accesibilidad. Sin embargo, Isabel confiesa que, a su edad, ha comenzado a preocuparse menos por ciertas cosas.
No obstante, considera que Huesca es una ciudad bastante habitable, aunque admite que algunos entornos son complicados de gestionar para personas de baja talla.
Al caminar por la calle, algunas personas se quedan mirándola, y en ocasiones los niños hacen comentarios sobre su estatura. Ante estas situaciones, suele acercarse a ellos y entabla una conversación para que la vean de manera natural, la conozcan y comprendan que es alguien común. Una vecina más de Huesca.