Muere un grande: Vicente Ascaso galopa por la ruta dulce hacia el cielo

El magistral pastelero ha fallecido esta madrugada y lega la herencia de la mejor repostería de España aderezada con su personalidad que a nadie ha dejado indiferente

01 de Marzo de 2024
Guardar
Vicente Ascaso, a caballo
Vicente Ascaso, a caballo

Vicente Ascaso Martínez, 92 años de edad, galopa ya por la ruta dulce que conduce hacia las alturas celestiales. Lo hace sobre su hermoso corcel que le acompaña en este tránsito después de que esta madrugada sus fuerzas se apagaran por un traicionero ictus que osó invadir una de sus grandes fortalezas: su cerebro. Conforme va escalando en el camino eterno, deja una estela de trascendentalidad por sus valores como buena persona, como amante de la vida, como practicante de sus sabores más dulces y como un generoso repartidor de lo mejor desde su Huesca hacia el mundo.

En el bodegón de su casa, o del obrador de Plhus (uno de sus orgullos, epítome del crecimiento de Pastelería Ascaso), a estas horas bien puede aparecer sobre la mesa de su despacho alguno de los lamines que, con su elegante moderación, degustaba cada día, orgulloso de que la máxima calidad de sus elaboraciones personificaran en él mismo la salud que propician aderezada con felicidad sus magistrales dulces.

Vicente Ascaso ha sido siempre un ser de luz, más dado a hacer pensar con sus reflexiones en voz alta que a pretender cualquier imposición de sus conceptos. Quizás desde esta consideración, mientras él cabalga en esta transición al encuentro con su mujer, Lourdes, y su hijo Vicente, la magia dulce que ha inspirado como nadie nos obliga a acompañar ahora en el sentimiento reconfortante de haberlo disfrutado tantos años a sus hijas Lourdes y Sura que tan bien han recogido sus testimonios empresariales y humanísticos, y a toda la familia de Ascaso en el Coso Alto, en Plhus, en Zaragoza y en Madrid. Y quizás también sea obligatorio empatizar con los miles y miles de clientes que hoy sienten inmensa gratitud hacia el gran hacedor de lo que es hoy Ascaso.

Vicente, que vio sus primeras luces con una pieza de repostería bajo el brazo el 26 de agosto de 1931, se formó estudiantilmente hasta desembocar en la función pública, en la que se jubiló tras una larga vida de servicio. Compatibilizó esta profesión con el oficio de empresario que asumió con tan sólo 29 años, cuando tomó el testigo de Vicente Ascaso Ciria, que a su vez había tomado el testigo de Manuel Ascaso Laliena, el fundador. En su camino, se cruzó Antonio Oliván Biota, un maestro pastelero de los que marcan época.

En tiempos en los que la palabra innovación era si acaso un vocablo sin uso en un rincón del diccionario, su capacidad de observación le introducía en nuevas creaciones. Con una sensibilidad especial para la gastronomía y, claro, la repostería, se fue a Olorón a buscar inspiración para superar el original con un pastel ruso que es objeto de peregrinación y devocación desde todos los lugares del mundo.

Su perspicacia le guiaba al crecimiento. Instaló la tienda del Coso Alto, que es hoy templo dulce que es el espejo del creador: elegancia, belleza en el escaparatismo, detalle en todos los rincones y universalidad para traer los mejores ingredientes allí donde estén para satisfacer todos los gustos. Y, de paso, abanderado del liderazgo pastelero de la ciudad en España.

Más tarde la expansión a Zaragoza y Madrid para atender una demanda que trasciende nuestra ciudad y el gran hito del obrador en la Plataforma Logístico Industrial de Huesca, un salto propio de su trote con su bonito caballo para otear desde horizontes elevados las vistasa de su Huesca. En este renacimiento pujante de la ruta dulce de Huesca, a falta de juventud, él lideraba en entusiasmo y sabiduría.

Los grandes amasan sus obras maestras con la harina de la humildad. Vicente ha sido siempre fiel a su familia, a sus amigos y a sus preferencias. Deportista (hockey y esquí en sus inicios y a lo largo de toda su vida), directivo del Huesca con Joaquín Sarvisé de presidente, buen catador, conversador en torno a una buena manzanilla, consumidor moderado de los buenos dulces de Ascaso, amante de la tauromaquia (fue incluso comentarista radiofónico en aquella radio de Huesca de verdad), estudioso perpetuo, lector avizorado y, ante todo, oscense, muy oscense.

En su siempre prolija agenda, se ha dejado un deber que, sin embargo, no empece para el reconocimiento. Es la Distinción Rotaria que el Rotary Club de Huesca le iba a entregar el 11 de marzo como tributo a sus más de sesenta años de trayectoria profesional al servicio de su tierra.

A estas alturas, probablemente con algunos bomboncitos del mejor cacao bajo el brazo, comparte ya las alturas con Lorenzo y Vicente, sus patronos, con Catalina de Aragón que lleva su corona, con Justo (Ojeda) y, al fondo de la corte de recepción, su mujer, Lourdes, y su hijo Vicente con los que a estas horas están dándose un emocionado abrazo eterno. Descansa en paz Vicente Ascaso, en la seguridad de que, cuando paladeemos una de tus creaciones un hilo de recuerdo nos comunicará contigo. Eres historia y latido de Huesca.

Archivado en

Suscríbete a Diario de Huesca
Suscríbete a Diario de Huesca
Apoya el periodismo independiente de tu provincia, suscríbete al Club del amigo militante