No, no es caro... igual es que no sabes sacar cuentas

Nos encanta juzgar el precio de los restaurantes sin pararnos a pensar más allá de los ingredientes

patri sola
Gastrónoma y bromatóloga
04 de Agosto de 2022
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Para sacar conclusiones sobre si es caro, piensa en todo. FOTO NATHAN DUMLAO
Para sacar conclusiones sobre si es caro, piensa en todo. FOTO NATHAN DUMLAO

Estoy hasta el moño de oír aquello de ‘buff, ese restaurante es carísimo’ o aun mejor, ‘la relación calidad-precio de tal local es malísima’.

En la realidad actual en la que vivimos en la que todos somos expertos en absolutamente todo y tenemos que dar nuestra opinión, no sea que si nos la callamos nos envenenemos, también nos encanta juzgar el precio de los restaurantes sin pararnos a pensar más allá de los ingredientes.

Un plato de arroz, no es simplemente un plato de arroz. Sin entrar en marcas ni calidades, ese plato de arroz ha necesitado agua y gas para cocerse, que como todos sabemos precisamente barato, no es. También ha hecho falta mano de obra. Atención spoiler: No, el arroz no se cocina solo. Esa mano de obra, lleva unos gastos y unos seguros sociales asociados. Sigamos. La cocina no está localizada en el limbo, tiene que tener una ubicación exacta aprobada por Sanidad, con sus licencias, cumplimiento de normativas y permisos, pago mediante, y a eso, súmale los alquileres que económicos no son ¡y ojo! que no es lo mismo un alquiler en pleno centro, que en un barrio del extrarradio. Otro dato a tener en cuenta. Además no olvidemos que el alquiler también variará con los metros cuadrados del local, disposición en la calle o posibilidad de terraza, entre otros factores. ¿Vas apuntando y añadiendo euretes al precio del plato del arroz?

Vamos a por el último empujón. Espero que la cabeza no te esté echando humo si eres de los que cree que todos los restaurantes son caros.

Bien, tenemos los costes del arroz, de la preparación, de la mano de obra de la cocina, del local… Toca añadir los gastos de la luz para que veas el plato que te vas a comer, la bebida esté fresquita o el lavavajillas funcione para que bebas en una copa limpia, sin olvidar el jabón para el lavavajillas, claro. Añade sueldos e impuestos de los camareros, gastos de las revisiones de los técnicos frigoristas, un sinfín de técnicos de reparaciones y mantenimientos varios… y así podría seguir.

A esto súmale el papel higiénico, jabón para las manos disponible en los servicios, palillos o servilletas, porque no, no son de regalo, que buenas perricas cuestan aunque encuentres una buena oferta.

Por último, el beneficio, porque sí, el hostelero tiene que tener un beneficio a sumar a todos los gastos derivados de la elaboración del plato, que para no tener beneficios el hostelero no habría montado un negocio y tendría una oenegé.

Y esto sólo de un ‘triste’ plato de arroz blanco cocido. Ahora añádele ingredientes y chuminadas varias, porque si no, en nuestra ‘crítica’ en Instagram, redactaremos amargamente que la comida no nos ha sorprendido…

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