No, no todo el monte son 'foodies'

Desde los tradicionales "zampabollos" hasta los "foodies", existe un extenso vocabulario para describir a aquellos interesados en la gastronomía

patri sola
Gastrónoma y bromatóloga
10 de Septiembre de 2022
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Parece más zampabollos, pero puede ser 'foodie' o gastrónomo. FOTO JACKIE HUTCHINSON
Parece más zampabollos, pero puede ser 'foodie' o gastrónomo. FOTO JACKIE HUTCHINSON

Al siguiente o la siguiente que me llame ‘foodie’, que me agarren, que no respondo… Aviso.

Y es que con tanto palabro y vocabulario para definir a los amantes e interesados en la gastronomía, el común de los mortales tiende a perderse.

Esta semana mientras viajaba de vuelta desde Barcelona en tren, venía rumiando este artículo y la semejanza entre los trenes y el tema a tratar. Volvía en un OIGO, sí, es un tren y sí, me permitía volver a mi casa a una buena velocidad… Pero no era un AVE. Para empezar, en OIGO vas un poquito en modo lata de sardinas, más estrecho y con los pasajeros más hacinados al tratarse de un tren de dos plantas. Sacrificas comodidad por ahorrarte unos durillos. Una visita a la cafetería también te da pistas de por donde andan las diferencias, sin contar con los retrasos que he sufrido en mis últimos viajes. Sí, son parecidos, pero no son iguales.

Lo mismo ocurriría con un neurocirujano y un TCAE - Técnico/a en Cuidados Auxiliares de Enfermería -, ambos se dedican a la sanidad y ambos son necesarios para el correcto funcionamiento de nuestro sistema sanitario, pero no, no son lo mismo, por el trabajo que desempeñan, ni los estudios realizados.

Pues sirvan estos ejemplos como introducción clarificadora a lo que vengo hoy a reclamar…

No, no soy ‘foodie’, ni zampabollos, ni gastrónoma o gourmet a palo seco. Soy bromatóloga.

¿Y en qué se diferencia cada uno de estos palabrejos?

Vamos a realizar un completo repaso por el maravilloso mundo del vocabulario gastronómico, empezando desde el perfil con menos conocimientos sobre alimentos y gastronomía hasta el que más

Comenzaremos por los ‘simpáticos’ zampabollos. Y digo simpáticos porque a mi me resultan hasta achuchables. Según nuestra vilipendiada RAE, zampabollos es aquella ‘persona que come con exceso y con ansia’. Eso quiere decir que lo mismo le da comer caviar de beluga albino que pelotillas negras de sucedáneo. Igual me he puesto demasiado exquisita pero lo que quiero explicar es que este perfil no diferencia calidades, ni procesos ni, muchas veces, sabores. Anda que no me ha tocado ver fotos en perfiles de redes sociales alabando platos que yo había probado y no había por donde cogerlos…

De ahí, avanzamos un poquito hasta el siguiente eslabón, los ‘foodies’. Si me bebiese un chupito cada vez que oigo esa palabra, llevaría años en alcohólicos anónimos y sin atisbos de mejora. Una palabra sin acepción en nuestro diccionario oficial, viene a traducirse de numerosas maneras, como comidista o aficionado/a a la gastronomía. Podríamos decir que son los iniciados en el maravilloso mundo del comer y beber, mostrando un interés sincero en probar nuevos platos y experiencias, preparar nuevas recetas en sus casas usando ingredientes cuanto más exóticos, mejor… Haberlos, hay de todo, y aunque hay ‘foodies’ a los que te llevarías a casa, también hay un sector importante que tiende a pecar un tanto de ‘cuñadismo’ y se empeñan en demostrar lo mucho que saben porque son fieles y no se pierden un capítulo de ‘Master Chef’.

De aquí ya pasaríamos a las personas que nos hemos dedicado a investigar, formarnos y prepararnos, ya sea por afición o por trabajo.

Siguiente parada, los ‘gastrónomos’. Ellos son personas que cuentan con amplios conocimientos y formación en gastronomía y alimentación, de gusto, olfato y paladar exquisitos que les permiten catar, identificar sabores, texturas, calidad.. e incluso orígenes de alimentos y bebidas. Aquellos gastrónomos que además de todo lo expuesto, tienden a tener gustos más exquisitos y sofisticados, son los denominados gourmet.

Y por último, los más desconocidos e incomprendidos del ‘pack’, estamos los bromatólogos. Y no, no somos expertos en bromas. Si me hubieran dado un euro cada vez que he oído esa ‘coña’ estaría currando en las Islas Seychelles y no desde mi pueblo. Somos personas que hemos estudiado Bromatología, especialidad que antes se cursaba como especialidad de la Licenciatura de Veterinaria y que, según la RAE, volvemos a ella, es la ‘ciencia que trata los alimentos’. Resumiendo una carrera de cinco años, en pocas líneas de texto, podríamos decir que los bromatólogos somos expertos en composición tanto biológica como físico-química de los alimentos, además de sus procesos de producción y almacenamiento, siendo garantes (esta definición es de un profesor de mi carrera) de la seguridad alimentaria y veladores de la calidad de los alimentos.

Así, conocemos la composición, la microbiología, los nutrientes… de los alimentos, lo que nos permite identificar, basándonos en la evidencia científica, los alimentos que están bien, de los que están mal, nos habilita para el desarrollo de nuevos productos alimentarios y gastronómicos, entre otros quehaceres relacionados con la alimentación.

Y podría extenderme más con toda la jerarquía hostelera, pero entonces, esto no sería un artículo, sería un ensayo sobre vocabulario gastronómic.

Dicho todo esto, espero que la próxima vez que nos crucemos en la vida, no me compares con un OIGO y me llames ‘foodie’…

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