Por alguien que ya no puede más
Ayer fue mi madre. Otra vez. Me mandó un vídeo por Whatsapp, toda emocionada, como si me estuviera compartiendo un descubrimiento médico revolucionario y no el enésimo vómito verbal de una señora que se hace pasar por “experta” porque se compró una bata blanca en Amazon y la grabaron en un podcast. El tema: los carmines, los nitritos y lo asqueroso que es comer cosas “químicas”. Que si estamos ingiriendo insectos machacados sin saberlo, que si el jamón sin sulfitos sabe mejor, que si el Apocalipsis alimentario ya está aquí y viene en forma de fuet. Todo dicho, claro, entre suspiros de desprecio y un tonito de “yo sé algo que tú no sabes”, que parece ser el acento oficial del magufismo digital.
Spoiler: no era nutricionista. Era dietista. Que sí, que no es lo mismo. Aunque su Web rezume másteres de dudosa procedencia con nombres que suenan más a autoayuda que a ciencia (“Máster en Nutrición Consciente y Vibración Celular” —me lo invento, pero solo un poco), todos impartidos por lo que viene a ser la Universidad del Tupper del Mindfulness, con sede permanente en Instagram.
Así que, tras apartar el móvil con la misma delicadeza con la que se trata una bomba casera, me senté a aclarar conceptos. Porque ya vale. Ya basta. Estoy hasta el mismísimo feed de que se repitan los mismos bulos con diferentes filtros de TikTok. Y si hay que hablar de carmines y de nitritos, se habla. Pero con datos. Y con ironía, porque si no, esto es para llorar.
CARMINES: LOS INSECTOS QUE YA SE COMÍA TU TATARATATARABUELO
Vamos con el carmín, E-120, también conocido como ácido carmínico, Natural Red 004 o “el demonio rojo” para los que ven conspiraciones en la sopa. Es un colorante rojo natural que se obtiene de la cochinilla, un insecto. Sí, de un bicho. ¿Y? ¿Alguien se ha escandalizado por la miel últimamente? ¿Sabes lo que hacen las abejas para dártela? Spoiler: vomitan. Y bien rica que te la comes.
El carmín se usa desde la Edad de Hierro. Te lo repito por si estás digiriendo todavía el croissant del desayuno: EDAD DE HIERRO. O sea, que ni es nuevo, ni es tóxico, ni es parte de un plan de dominación mundial orquestado por la industria farmacéutica en colaboración con Disney+ (de esas movidas ya hablaremos otro día).
¿Y qué se hace con él? Se hierve la cochinilla, se pulveriza y se extrae el ácido carmínico. Fin. ¿Es caro? Un huevo. ¿Por qué? Porque criar, recolectar y procesar insectos no es precisamente como hacer gominolas. ¿Qué se hace entonces? Se sustituye por colorantes sintéticos como el Ponceau 4R (E-124), un colorante azoico que, además de sonar a coche de rally, es mucho más barato.
Y aquí viene lo bueno: los mismos que se escandalizan por “comer insectos” (que ni lo sabían hasta ayer) te defienden a capa y espada el consumo de aditivos sintéticos. Porque claro, si no lleva insectos, debe de ser más natural, ¿verdad? JAJAJAJAJA. Qué bonito es no tener ni idea y hablar con convicción.
El E-124 es barato, sí. Pero es sintético, está restringido en muchos países, y puede provocar reacciones en personas sensibles. Tiene más pegas que un carrito de supermercado. Así que puestos a elegir, ¿qué prefieres? ¿Un colorante natural, que lleva siglos usándose, o uno artificial que se desarrolló en un laboratorio y se sigue usando porque sale por dos duros? Lo dejo ahí, para tu próxima cena de “cuñaos”.
NITRITOS: LOS HÉROES INCOMPRENDIDOS
Vamos con la segunda estrella del terror alimentario: los nitritos (y sus hermanos mayores, los nitratos). Dicen que los embutidos llevan cosas malas. Y sí, llevan cosas malas si te comes tres kilos al día. Como todo. También te revienta el hígado si te enchufas seis litros de agua de golpe. Pero eso no sale en los vídeos virales.
Los nitritos se usan como conservantes. Y no, no es para dar color ni sabor, es para que NO TE MUERAS de botulismo. Que no es precisamente una gripe, ¿vale? El Clostridium botulinum es una bacteria que no se anda con tonterías, y si no se controla, te manda al otro barrio más rápido que un spoiler de Juego de Tronos.
Los nitritos se mezclan con sal común en lo que se llama “sales de curado”. Están presentes en tus chorizos, tus salchichones, tus jamones, y básicamente todo lo que te gusta picar en Navidad mientras finges que te cae bien tu tía la del pueblo. Y sí, se ha observado que su abuso continuado puede generar nitrosaminas en el hígado, que están relacionadas con un mayor riesgo de cáncer hepático.
¿La clave? ABUSO. No el bocata de chorizo del jueves que te sabe a gloria. No las lonchas de jamón del finde. Estamos hablando de consumo excesivo y sostenido. Pero claro, eso no queda tan bien en TikTok como decir “¡Nos están envenenando!”
Y entonces viene la gran pregunta: “¿Y por qué no usan otra cosa?” Pues porque, hasta el día de hoy, NO HAY NADA MÁS EFICAZ que los nitritos para prevenir esa bacteria. Fin. Lo han intentado. Han investigado. Y de momento, nanai. Así que prefiero un poco de nitrito bien medido a morirme en silencio por un bocata de chorizo infecto.
¿ADITIVOS BUENOS?
Por cierto, que no se me malinterprete. No estoy haciendo apología de los aditivos, ni me apetece que tu sopa fluorescente venga con 18 estabilizantes para que se mueva como gelatina en una discoteca. Hay aditivos necesarios y aditivos que solo están ahí para que el producto tenga más “chispa visual”. Yo solo defiendo los que cumplen una función clara: garantizar la seguridad del alimento o evitar el despilfarro alimentario.
¿Colorantes para que el yogur se vea más rosa? Por mí, que se quede blanco como la conciencia de un bebé. ¿Conservantes que impiden que algo se pudra a los dos días? Pues claro. El mundo real no es Pinterest. La comida no puede vivir en un bodegón infinito.
EN CONCLUSIÓN
Estoy harta. Harta de la desinformación. Harta de los vídeos con filtros de unicornios diciendo “despierta” mientras te cuelan un bulo del tamaño de Cuenca. Harta de que se criminalicen cosas sin contexto, sin datos y sin puñetera idea.
No, no te vas a morir por comerte una loncha de jamón con nitritos. No, el carmín no es satánico. Y no, tu “nutricionista” de TikTok no ha descubierto nada que no supiera ya un agricultor del siglo XIII.
La próxima vez que te llegue uno de esos vídeos, hazme un favor: antes de reenviarlo, googlea. Y si no te apetece, al menos no me lo mandes a mí.
Gracias. Desde el fondo de mi hígado con nitrosaminas.