Procesión del Santo Entierro en Huesca, 160 años de historia y de fe en medio de la muchedumbre

Impresionante celebración con alivio de los más de mil cofrades y de una multitud tras años de irregularidad en el desfile

DH
18 de Abril de 2025
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Procesión del Santo Entierro en Huesca

Repentinamente, igual que los cielos se rasgaron encima de los tres crucificados coronados por Cristo, la Procesión del Santo Entierro ha avanzado con tanta pasión como pesar porque Jesús ha muerto y, sin embargo, la esperanza se centra en la Resurrección confiada del Hijo de Dios. Ha sucedido en todo el mundo cristiano, en toda la provincia, y en la capital, donde el recorrido se ha revestido de aire de historia. La causa circunstancial, las obras en el Coso Alto, ha sido oportunidad para que otras casas, otras piedras y otros seres humanos, algunos enfermos que no podían salir de sus moradas, conocieran la atmósfera mística que desprende el Santo Entierro.

Desde aquel 1865 en que el maestro de capilla de la Catedral decidiera organizar este primer desfile, han transcurrido 160 años. Había alivio en el más de millar de cofrades que han vivido un último lustro con más decepciones que realización, pandemia obligó y las lluvias se empecinaron en 2024 en frustrar los frutos de tiempos de preparación para enterrar al redentor como corresponde a su dignidad, a su entrega y al amor con el que ha envuelto nuestras vidas.

Ha recubierto la previsión meteorológica de incertidumbre los pasos, los tambores, las cornetas y a los cofrades. Una semana conteniendo, día a día, la respiración desde el Cristo de los Gitanos hasta ese esplendoroso en su tristeza encuentro entre el Cristo del Perdón y la Dolorosa. Gracias al Altísimo, así lo creemos los católicos, el tiempo ha respetado una misión natural, sobrenatural y divina.

Procesión del Santo Entierro. Foto María José Sampietro
Procesión del Santo Entierro. Foto María José Sampietro
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Al preludio de la mañana de adoración del Cristo yacente, de tambores y otros instrumentos a modo de oración y la salida de los romanos, ha sucedido, con satisfacción contenida bajo los capirotes, la salida de la Procesión del Santo Entierro, después de mirar al cielo y rezar mucho para que el agua no frustrara la gran celebración.

Los Equites, los soldados a caballo, han trotado, enhiestos, como vienen haciendo desde los orígenes de la procesión, desde la Iglesia de Santo Domingo, y han dado pie a la Gran Cruz Iluminada con sus dos faroles, en esta ocasión portada por la Cofradía de Santiago Apóstol.

Este símbolo de la Pasión y Muerte de Jesús en la Cruz ha guiado con su luz la sucesión de personajes y cofradías, comenzando por los Ministriles que con sus sones fúnebres anuncian la Pasión. Ya iban arrancando por el Coso Bajo con el Coro de Sibilas, las profetisas paganas persas, griegas, africanas y romanas ataviadas con el diseño de Martín Coronas para cantar las profecías de Cristo. Multitudes de oscenses y visitantes se agolpaban en las aceras, en buena medida en silencio que es el estado deseable, roto imprescindible por los grupos de tambores y cornetas.

Les siguen los Personajes del Antiguo Testamento. Isaac, Abraham, Melquisedec, Moisés, Levita, Aarón y el paje enfilan Ramiro el Monje, y tras ellos el coro de niños hebreos y el grupo escultórico de la Entrada de Jesús en Jerusalén acompañado por la más antigua de las Cofradías, San José y Santa Ana. Es hora de El Cenáculo portado por la Cofradía del Santo Cáliz de Salesianos, y de la Oración del Huerto con cofrades de la Vera Cruz. Los redobles de tambores son augures de cuanto está en ciernes.

Penetra la Procesión por las calles viejas, junto a San Pedro, San Salvador, Arista, Azara y Sancho Abarca. El Prendimiento, con su cofradía homónima, confirma el inicio de las penalidades del Cristo, seguido por el Cristo de la Columna con los viatores. La escenificación crece en sufrimiento con la Flagelación con cofrades de la Vera Cruz y la Coronación de Espinas impulsada por la Cofradía de la Preciosísima Sangre residenciada en San Lorenzo.

Procesión del Santo Entierro de Huesca. Foto Myriam Martínez
La procesión, pasando por la calle Ramiro el Monje. Foto Myriam Martínez

Avanza la ruta hacia el final. Baja por Moya, por el Coso Alto y Porches de Galicia. El Santo Cristo de los Milagros y sus costaleros llevan sobre sus hombros al Señor. Las Cofradías del Ecce Homo y de Santiago de Grañén cuidan del paso del Ecce Homo, he aquí el hombre.

La Real Cofradía Nuestro Padre Jesús Nazareno marca el ritmo para la imagen de Fructuoso Orduna desde Santo Domingo y San Martín. Prosigue la procesión, calle Berenguer, San Orencio y hasta San Lorenzo. Cae Jesús en la calle de la Amargura. Le sigue la Guardia Pretoriana de los Soldados Romanos, firmes en sus golpes en el firme, y tras ellos la Verónica.

El conjunto de pasos y cofradías aludidos ya enfilan la parte final, el Coso Bajo. La Enclavación, el formidable conjunto de Felipe Coscolla, es sacrificadamente acompañado por la Cofradía de Santiago Apóstol, a la que suceden las Siete Palabras, mairalesas con las siete verdades en el momento de la suprema verdad.

Procesión del Santo Entierro de Huesca. Foto Myriam Martínez (12)
Procesión del Santo Entierro de Huesca. Foto Myriam Martínez

El Calvario es acompañado por la Cofradía del Santo Cristo de los Milagros y San Lorenzo Mártir, y tras esta representación la poderosa imagen del Santo Cristo de la Esperanza, al que sucede en el tiempo y en los últimos metros de Coso Bajo hasta Santo Domingo el dúo de El Cristo del Perdón y la Dolorosa, todavía con reminiscencias del magnífico Encuentro.

El gentío en el recorrido aprecia la severidad en la composición y el gesto de las Manolas, y de ahí el Descendimiento y las Lágrimas de Nuestra Señora.

Tras La Piedad de la Virgen, el Cristo Yacente modelado por José Capuz y tallado por Eduardo del Pino, venerado siempre, portado por doce costaleros de la Vera Cruz. Impone la belleza de su entrada en Santo Domingo y San Martín custodiado por el prior, Fernando Altemir, y las autoridades civiles y militares.

A lo largo del recorrido recortado de este año, satisfacción general en la parte ascendente, parones múltiples en la bajada, para algunos cofrades poco comprensibles y que afean tanto el ritmo profecional como penalizan la presencia de espectadores en el final. Tres horas parecen demasiadas para el trayecto de 2025. Pero este es un análisis que corresponde a Archicofradía y Cofradías.

Cristo reposa y recibe el homenaje y veneración de cientos y cientos de feligreses que le rinden culto, y que mañana, Sábado Santo, le harán vela en la certeza de que la muerte será vencida por la vida.

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