Queda acreditado documentalmente el voto de las instituciones oscenses a la Inmaculada Concepción en el año 1450, tiempos de muerte por la epidemia de peste que la devoción convirtió en una gran oración por la vida. Un brote todavía más violento de esta enfermedad en 1651 motivó que se renovara el día de San Francisco de Asís, 4 de octubre. Y un año después se cumple por vez primera con el voto tras su renovación con una procesión desde la Catedral de Santa María de Huesca hasta el convento de San Francisco en el que se portaba la figura de la Virgen de la Concepción, también conocida como Virgen del Voto. Después de la desaparición de San Francisco en el siglo XVII, siempre ha acogido la celebración la seo oscense.
Este arraigo y su preservación en el corazón de la confluencia del Instituto Ramón y Cajal, el Ayuntamiento de Huesca y el Cabildo Catedralicio, motiva que el Tota Pulchra sea una de las más hermosas manifestaciones religiosas en la tradición secular de la ciudad de Huesca. Profunda en su mensaje religioso, bellísima en la expresión artística. 575 años después de que las raíces comenzaran a brotar, cada 7 de diciembre se convierte en una manifestación de fervor y en una invitación para dejarse envolver por el sentido de identidad de la ciudad a través de la sublimación de esa atmósfera en la que la música se erige en trascendencia.
El Tota Pulchra tiene una singularidad universal. Como escribieron Antonio Naval Más y Francisco Gracia Gabarre hace un año, "el canto del Tota Pulchra tiene lugar en alguna otra catedral española por la misma fecha, pero con diferente composición musical y otra solemnidad, dado que en Huesca se hace presente toda la ciudad mediante sus instituciones representativas, que rememoran momentos históricos y vivencias ciudadanas de otras épocas. En Huesca es celebración con larga tradición y distintivo asentimiento ciudadano".
Las vicisitudes de las interpretaciones de la partitura de Giovanni Cesare Aldega y las intervenciones históricas de Celestino Vila, Gregorio Garcés y Valentín Dieste se mezclan con las distintas disposiciones escenográficas dentro de la Catedral de Huesca.
Ahora mismo, la interpretación eleva los corazones de los que cada año abarrotan la Catedral, que contemplan la llegada del claustro de profesores del IES Ramón y Cajal, en herencia de la Universidad Sertoriana de Huesca, y de los cabildos municipal y catedralicio. Se cumplen once desde que fuera declarado Bien de Interés Cultural este oficio de vigilia de la Inmaculada Concepción de María. Tota Pulchra es, María, es una oración que se remonta al siglo IV procedente del libro de Judit y del Cantar de los Cantares.
"Tota pulchra es, María / et macula originalis non est in te./ Tu gloria Jerusalem,/ tu laetitia Israel,/ tu honorificentia populi nostri./ ¡Oh! María, virgo prudentissima/ mater clementissima;/ Ora pro nobis,/ intercede pro nobis/ ad Dominum Jesu Christum" constituye la oración central interpretada por la coral de la capilla de música de la Catedral de Huesca y el coro Ars Musicae a los que acompaña una orquesta de músicos oscenses.
La belleza inmaculada de la Virgen se muestra a través de la mirada y la escucha que emerge de los corazones oscenses, al pálpito que marca en cada momento la pieza de Giovanni Cesare Aldega. Se suceden momentos intensos y preciosos con el "Ave, Maris Stella" o el "Salve Regina", para desembocar en un pletórico Gaudeamus Igitur. Todo devoción a la Inmaculada, mucho de recuperación de la senda sertoriana, orgullo de ciudad de Huesca, exclusividad y diferenciación en la casa común. Una declaración de cultura propia y de personalidad.