El pasado 3 de diciembre, fiel a su cita, se inauguraba la Feria y el Mercado de la Trufa de Graus, el único con venta directa y en activo de manera permanente durante toda la temporada de la tuber melanosporum, de este noviembre a marzo del próximo año. Fue a la siete de la tarde con la presencia de autoridades provinciales y locales: el presidente de la Diputación Provincial de Huesca, Miguel Gracia, el diputado provincial Roque Vicente y la alcaldesa de Graus, Gema Betorz, entre otros.
Esa misma tarde, desde las cuatro y media y en el salón de actos de la Casa de la Cultura de Graus que está en la misma Plaza Mayor, tuvo lugar un acto entrañable y una posterior charla organizados ambos por la Asociación de Truficultores y Recolectores de Trufa de Aragón y su presidente actual David Royo Grasa.
David ofreció una ponencia en la que de manera resumida contó el origen de la trufa, ya desde tiempos de los romanos, hasta nuestros días. A continuación se celebró la entrega de sendos reconocimientos a dos personas claves en la historia y el desarrollo de la trufa no solo en Graus, Huesca y Aragón, sino en el ámbito nacional como luego se comprobó. Así recogieron sus placas de agradecimiento Juan Vilas y Vicente Girón. Los dos se dirigieron al público dando su visión y explicando someramente los comienzos de la truficultura en Graus. Y digo someramente pues después de este afectivo acto comenzó la charla coloquio que tuve el placer de coordinar y moderar y en la que se trató con mayor amplitud y detalle de cómo surgió el apasionante mundo de la trufa en Graus.
La mesa estaba compuesta, además de los ya citados Juan Vilas y Vicente Girón, por Francisco Llena y Ángel Gracia. Llena es el actual vicepresidente de la Asociación de Truficultores y ya su padre se dedicó a la trufa y Ángel Gracia es gerente de Champiosca, una de las mayores empresas comercializadoras de trufa de España.
La sesión fue una auténtica delicia y el numeroso público asistente disfrutó de las historias y experiencias que todos contaron en torno al preciado hongo. Hablaron del comienzo de la primera feria en Graus allá por el año 1947 y que fundó el tío de Juan Vilas, Joaquín Vilas. Pero mucho antes, en 1865 el grausino Joaquín Costa, sin duda un personaje avanzado a su tiempo en muchas cuestiones, ya citó y habló de la trufa como una forma de futuro de la zona. Especial interés el que suscitaron las historias que tanto Vicente Girón, como Francisco (Paco) Llena contaron. Hay que entender que éstas hay que situarlas en torno a la trufa silvestre, mucho antes de que su comenzara el cultivo, la micorrización de la trufa. Contaron que la cantidad de trufa que se vendía en Graus era tanta que el mercado requería de muchísimos kilos y Girón y Vilas descubrían, literalmente, territorios truferos por toda España, desde Valencia a Andalucía, pasando por otras comunidades autónomas. "Éramos muy buenos investigadores", afirmó Girón. Y preguntado qué significaba esto, explicó que para saber si un monte era productor de trufa silvestre, tenían, por ejemplo, largas charlas con los pastores de la zona. Lógicamente todo en un tono entre cauto y sigiloso para que nadie más lo descubriera y fueran ellos los que, una vez conocido el terreno productor, acudían a las subastas de alquiler de las tierras para que en el caso de que descubrieran que alguien más recolectara trufa, poderlo demandar. Hasta mas de un millón de pesetas llegaban a pagar por el alquiler en las subastas de las que tenían conocimiento a través del Boletín Oficial del Estado (BOE). "Hablamos de hace muchos años, cuando no había, obviamente ni móviles ni internet", comentó Llena. La intuición y las larguísimas jornadas de varios días y semanas, incluso, caminando por toda España forjaron la profesionalidad y la experiencia de estos truferos.
Especial atención merecieron los perros, pues este negocio no se puede entender sin los canes. Sin perros no hay trufas. Y contaron cÓmo en cierta ocasión, cerca de Molina de Aragón y al día siguiente del asesinato de Carrero Blanco, llegaron a una fonda a pedir pensión. Los propietarios, al verlos con su ropa de faena y bajo una tormenta espantosa y por tanto calados de agua, sospecharon que quizá tenían algo que ver con el atentado. Suplicaron para que les dieran cena y cama, y ante la negativa respondieron: "Bueno, vale, pero si no hay para nosotros, por favor atiendan a los perros". Afirmación que disipó las dudas de manera que cenaron y durmieron, tanto ellos como los perros.
Muchas historias, muchas anécdotas que se alargaron hasta las siete en punto, hora de la inauguración y que de no ser por este extremo, se hubiera alargado la sesión por más tiempo.