Viaja, viaja y ensancha la mente

Con frecuencia me encuentro personas que siguen enarbolando aquello de ‘como en España no se come en ningún otro sitio’

patri sola
Gastrónoma y bromatóloga
29 de Septiembre de 2022
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Viaja, viaja y ensancha la mente. FOTO VERNON RAINEIL CENZON
Viaja, viaja y ensancha la mente. FOTO VERNON RAINEIL CENZON

Parafraseando libremente aquel ‘Ama, ama y ensancha el alma’ de Extremoduro, yo te digo que viajes, pruebes, cates y disfrutes sin prejuicios… ‘Viaja, viaja y ensancha la mente’, eso te dará una amplitud mental maravillosa, aplicable a la gastronomía y a la vida.

Con frecuencia me encuentro personas que siguen enarbolando aquello de ‘como en España no se come en ningún otro sitio’ o el manido ‘la dieta mediterránea es la mejor del mundo’, muchas veces sin saber cuales son las bases de esta dieta o sin valorar que dentro de España, cohabitan infinidad de gastronomías a cual más diferente a su vecina.

Y lo triste es que a veces esas personas que ‘escupen’ estas palabras han viajado a otros países y han tenido la posibilidad de probar sus gastronomías. O no. Cada vez estoy más convencida de que mucha gente viaja, pero se dedica a meterle un repaso a las mismas cadenas de ‘fastfood’ que tenemos en nuestro suelo patrio, sin darle una oportunidad real a los platos típicos de su destino vacacional. Porque no, ir a comer o cenar a los cuatro locales típicos para guiris en Roma, Londres o Kuala Lumpur, no es haber probado la gastronomía local… ¿Te imaginas a un francés comiendo esas paellas tristes con bien de colorante y cuatro gambas chungas en un chiringuito de playa o un plato combinado en uno de esos locales de zonas turísticas donde los carteles de los platos lucen fotos con pegatinas de Naranjito’82? Pues seguramente te diría que la gastronomía española es una ‘mierdé’ y tu, lector, te cabrearías como una mona al oírlo.

Cuando se viaja hay que dedicarle el mismo tiempo y mimo a buscar dónde comer, igual que le dedicamos horas a comprar entradas y localizar pequeñas maravillas que visitar, porque sí, la gastronomía es parte importante para conocer la cultura, patrimonio e historia de nuestro destino vacacional y sin haber probado los platos típicos ni haber probado los restaurantes y bares donde comen los ‘locales’ has dejado tu viaje cojo, por mucho que hayas remado mano a mano con un gondolero por el Gran Canal de Venecia o te hayas descolgado como las lagartijas por las paredes del Gran Cañón.

La gastronomía, entendiendo por ella a alimentos, platos y bebidas, de un país nos da idea de la climatología, riqueza del suelo, economía a lo largo de la historia… El uso de especias nos chivará qué civilizaciones pasaron por allí y cuáles no; las bebidas nos darán pistas sobre su riqueza ambiental, clima, historia; los postres típicos, nos pueden ayudar a hacernos una idea de las religiones o la historia de un país.

Esto nos hace entender mejor a las personas que se alimentan de esos platos, comprendemos los esfuerzos pasados que se han hecho, o no, por idear platos nutritivos que alimentaron generaciones pasadas, la historia agrícola, ganadera, industrial… e incluso, nos ayuda a entender su carácter.

Así, he comido en un garito de trabajadores de la construcción en Estambul por cuatro duros; en el restaurante más antiguo de Nápoles donde ni cené pasta ni pizza; en una granja de patos donde elaboraban foie ecológico y artesano en Jurançon; en un puerto perdido en el norte de Islandia mientras veía por la ventana el barco que había pescado las cigalas que estaba cenando; en una asociación dedicada a investigar y preservar el patrimonio cultural irlandés en Dublín; en un restaurante situado un entorno idílico que se esforzaba en bucear en la historia gastronómica de Corfú; en un bar de carretera perdido en medio del Atlas marroquí; en food trucks de dos plantas de San Francisco sin probar una sola hamburguesa… y así podría seguir aburriendo a las ovejas, simplemente para decir que sólo puedo estar humildemente agradecida de lo mucho que aprendí y lo mucho que me enseñaron en esas mesas y las visitas a los mercados… tanto como lo que conocí visitando los monumentos históricos o entorno natural de esos lugares.

Gracias a estas experiencias, entendí la importancia de tener la mente abierta, a intentar no prejuzgar nada ni a nadie, a valorar todos y cada uno de los platos que he comido por muy humildes que fueran y a no pensar que nuestra gastronomía, es la mejor del mundo… no… no lo es… Me sería muy complicado decir cuál de las cocinas que he probado es la mejor y aunque pienso que la española es una de las más ricas y completas, hay otras que merecen ser tenidas en cuenta. Porque no hay una mejor ni otra peor, sin valorarla desde el conocimiento de las circunstancias que la han parido.

Así que, sólo me queda decirte: ‘Viaja, viaja y ensancha la mente’.

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