La Taberna de Lillas Pastia cumple treinta años y Carmelo Bosque, su cabeza visible de infinidad de equipos y de socios fieles, ha capitaneado una serie de actuaciones que no son sino expresión de gratitud: "Agradecemos a todos nuestros clientes porque, sin un espacio tan singular como el Casino y sin la gente de Huesca, no hubiéramos hecho estos treinta años".
Si en el origen la inspiración fue la Ópera Carmen de Bizet, el título de este umbral entre la historia y el futuro sería "Treinta años en escena". "Es un regalo para que la gente de entre 20 y 30 años venga con nosotros. Vamos a regalar 500 comidas durante este año para que disfruten de la gastronomía, que es la sensación de generar felicidad. Ellos van a disfrutar y estos días tenemos aquí este gran regalo que nos ha hecho Raúl Bernal que es un puro de 30 años de Carmen la Tabaquera. Ha hecho un trabajo excepcional. Además, hemos regalado 250 claveles en la ciudad de Huesca. Es un inicio de esta celebración particular: 30 años con 25 con Estrella Michelín".
En el "puro" dulce, un texto que reza: "Treinta años de historia merecen un colofón con carácter. Este puro no humea: se saborea, suena a habanera y celebra lo vivido. Gracias por formar parte de esta historia".
Por su parte, en la Tarjeta Regalo afirma que "es una invitación a una experiencia gastronómica excepcional. Durante la temporada de invierno, se podrá degustar un menú exclusivo con la trufa como protagonista. Fuera de temporada se ofrece un menú degustación alternativo concebido para ensalzar los mejores productos de nuestra tierra", y concluye con la trinidad "Bien comiendo, bien bebiendo, bien viviendo".
La cajita de regalo es toda una escenificación: "El edificio del Casino, nos representamos como Lillas Pastia, Carmen, la trufa que es para nosotros un producto importantísimo. Hemos cambiado el color, ahora es el color oro, dejamos el azul. Y lo más emocionante es cuando venga gente joven y nos diga: vengo a disfrutar de vuestra gastronomía. Para nosotros es un mensaje que la gente joven se abra hacia nosotros y nosotros nos abrimos hacia ella".

Da unas gracias especiales a su familia, que siempre ha estado a su lado, "han sufrido mis ausencias. Pero demostramos que somos una empresa de futuro, con mucha gente joven, que queremos continuar en el sector. Hemos llegado aquí por nuestro equipo. Hoy han estado aquí Chema Penilla, Roberto Aragón... Sin ellos, que son emblemas de mi plantilla, no se entiende. Pero hoy empiezas a hablar de otra generación con Lucas, con Juan, con Quique, con Adrián, con Roberto, con Ricardo, con Alejandro... Es un concepto de gente diferente que vamos a avanzar y vamos a construir una gastronomía acercándola siempre a la juventud".
No empece para que recuerde a todos por su cara y por las aventuras que han vivido. "No sólo en la primera Estrella, sino lo realmente emocionante es cuando se consiguió la segunda Estrella. Es más fácil ganarla la primera vez que perderla y volverla a conseguir. La consiguió el equipo capitaneado por Roberto Aragón y Chema Penilla, porque yo marché a Zaragoza. Ahora que vemos el Casino reformado y transformado, estamos orgullosos de llevar treinta años con un espacio singular transformándolo, viviéndolo y disfrutándolo porque creemos en él y es el mejor sitio que existe".

Incluso se remonta a las raíces, al Restaurante Navas de Mariano y Segundo. "Yo nací en el Navas. Fernando Abadía me llevó, él fue el que me introdujo en la cocina. A partir de ahí, somos personas que hemos seguido creciendo y a partir de ahí es un orgullo decir hasta que nivel ha consolidado el Lillas Pastia, que es un concepto ya no de Carmelo Bosque, sino que crece la marca Lillas Pastia. Unos socios en un proyecto que no hemos repartido una sola peseta, ahora en euros, que hemos invertido 1,6 millones en el espacio y, cuando me hablan del Casino, digo... Por favor, llevamos haciendo muchas cosas porque el Casino nos ha dado mucho. Continuamos avanzando y creyendo en esa Huesca de excelencia, de nivel gastronómico excepcional que siempre pensamos. Y todos decimos: esto no sería posible sin la excelencia de ese producto que nos trae esa gente que nos rodea, productores agroalimentarios, los carniceros y los de la trufa. A Vicente, de Santaliestra, tengo que nombrarle porque siempre es el que nos ha traído la trufa. El Lillas, sin trufa, no sería el mismo y aquí está -señala a la caja- Carmen con su cortador de trufa".