Como sucede en cualquier "zona cero" de todo impacto sobre un territorio, sea por devastación, por ataques o por catástrofes naturales o arquitectónicas, después de la atención mediática y ciudadana -por momento las vallas que perimetraban la zona protegida semejaban las famosas escenas de los jubilados asomados a las obras en "Vaya semanita" de la televisión vasca-, llegaba la calma y el momento en el que los profesionales trabajan con atmósfera de serenidad para rendir lo mejor de sí mismos.
Había sido una mañana y una tarde intensas, como acreditaba la presencia de los concejales responsables de prácticamente todas las áreas desde que se produjo el desalojo por amenaza de colapso de cuatro edificios hasta que anochecía y se había encauzado todo el aspecto humanitario: realojar a los afectados, garantizar la seguridad y estudiar las alternativas para una situación que no va a ser de un día. Allí estaban en primer plano los ediles de Urbanismo, de Servicios Sociales, de Desarrollo (fundamental para las gestiones con los hoteles), de Policía Local y Bomberos, de Servicios Generales, de Juventud (muchos jóvenes víctimas de esta triste realidad), de Cultura y de Comercio junto con Lorena Orduna y el primer teniente de alcalde, Ricardo Oliván. Una emergencia demanda todos los recursos.
Más allá de la atención psicológica a los afectados, la labor de servicios sociales se alargó durante toda la jornada hasta prácticamente la medianoche, cuando la calle Cabestany, cortada, estaba desértica, ajena a las miradas que durante todo el día habían observado con tristeza la zona donde se habían hundido las ilusiones de dos centenares de vecinos.
En la carpa habilitada, las trabajadoras sociales y las psicólogas habían entregado hasta el último gramo de esfuerzo para realojar a un centenar de personas en todos los hoteles de la ciudad, que habían abierto las puertas. "Se han portado muy bien, hemos trabajado conjuntamente", afirmaban fuentes de Servicios Sociales y Desarrollo.
Con la gestión de la edil Marta Escartín, labores de hilado fino para diferenciar las casuísticas de los necesitados: "Había familias con niños, había que ponerlas juntas. Veinte menores en total. Familias solas, personas solas, estudiantes, matrimonios mayores..." El realojo ha atendido todos los perfiles para que "pasaran bien la noche".
Estaba el equipo se trabajadoras sociales y psicólogas en estas tareas casi orfebres y, a la par, sentía el orgullo "por lo bien que ha reaccionado la gente. Les hemos dicho que les íbamos a ayudar y no les íbamos a dejar de la mano a los que no tenían familia aquí. Los demás se han ido con sus familiares, pero cien los hemos tenido que realojar". "¡Qué gente tenemos en Huesca tan maja y tan resignada pero con mucha educación!"
Todas las psicólogas y las trabajadoras sociales se han personado como una piña para atender todas las necesidades. Se ha habilitado un teléfono de emergencia para cualquier consulta, el 974292150. Toda la mañana y toda la tarde han permanecido en la carpa, donde permanecerán hasta el domingo. Luego, será el tiempo de los itinerarios personalizados por la divergencia de casuísticas: en alquiler, los que tienen hipoteca, muchas personas ya propietarias plenamente y que llevan toda la vida,...
Este viernes toca trabajo duro. A las 9 de la mañana ya está reunido el Cecopal, el centro municipal para emergencias. Pero, de momento, la respuesta está siendo extraordinaria especialmente desde el Ayuntamiento pero también hasta otras instituciones.