Esta pasada noche de martes, EL DIARIO DE HUESCA publicaba su noticia número 10.000. Apenas cumplidos poco más de diez meses. Mil por mes. Todas de la provincia de Huesca y, sin embargo, todas tan universales que las leen desde Estados Unidos, desde México y desde Sudamérica, desde Inglaterra y desde Francia y desde Alemania o Noruega. No es una hipérbole, es una realidad. Y cada día son casi dos de cada diez lectores los que residen en Cataluña, y uno en Madrid, y casi otro en Zaragoza, y uno de cada veinte en Valencia, y algo menos en Sevilla y en Bilbao. Es nuestro aval, el que nos identifica, el que nos diferencia, el que nos permite proclamar que entroncamos con el periodismo puro. Aquel que escribían con pluma de oro Luis López Allué, o Silvio Kossti (Manuel Bescós), o Joaquín Costa, salvando las distancias por su grandeza y nuestra humildad.
En torno a mil noticias mensuales. Incomparable. Pero, más allá de ese aspecto cuantitativo y las métricas que nos sonríen hasta alzarnos al liderazgo cuya consecuencia nos han negado las dos principales instituciones de la provincia (por motivaciones obviamente nada objetivables, ¡toma eufemismo!), la identidad tiene su simbolismo en la número 10.000, que es el paradigma de nuestra línea editorial: La montisonense Carlota Escutia, Premio Rey Jaime I en la categoría de Protección del Medio Ambiente. El galardón que hace casi dos décadas y hace casi una recogieron Carlos López-Otín y Elías Campo. Es nuestra declaración de respaldo siempre a la ciencia, como la que nos ha permitido descubrir grandes empresarios en la diáspora como Carlos Monreal o Pablo Otín Pintado, o estrellas fulgurantes más allá incluso del charco como Alejandra Andreu. Como nos ha permitido dar luz a grandes hazañas de ídolos profesionales de la Sanidad, o la rotura de barreras como nuestra primicia sobre las dos primeras danzantes de la historia de Huesca, Ibón Cejalvo y Cristina Esperanza. O las celebraciones literarias con Luz Gabás y Manuel Vilas.
Es la estrategia de las tres T: trabajo, trabajo y trabajo. La que nos convierte en referentes de la Feria del Libro de Huesca, por hablar de un acontecimiento próximo, con más de un centenar de noticias, entre ellas entrevistas a todos los autores presentes.
En esta celebración, que tiene más de autorreivindicación que de autobombo, de justicia hacia mis maravillosos compañeros y de gratitud hacia los holgados 300.000 lectores, de profundo agradecimiento a nuestros colaboradores que son legión, quería dejar constancia, simplemente, de una casualidad que es causalidad. Que la número 10.000 caiga, justamente, en el núcleo de nuestra razón editorial (una monzonera científica reconocida con el gran galardón de la investigación del país), de nuestra razón de ser: ensalzar los valores y las raíces de nuestra tierra, que son absolutamente universales. Trabajo en local, mirada profunda y larga. Diez mil gracias, trescientos mil besos.