Sí, en los pueblos también se come bien

Utilicé Instagram para que se viese lo bien que se come en mi pueblo

patri sola
Gastrónoma y bromatóloga
25 de Agosto de 2022
Guardar
La comida en los pueblos, una maravilla. FOTO: NATHAN DUMLAO
La comida en los pueblos, una maravilla. FOTO: NATHAN DUMLAO

Con estos calores en cuanto fue posible, me vine a trabajar al pueblo. Vida relajada, cervecitas en la plaza por la tarde, dormir con cubierta… un lujo asiático en los días en los que más nos apretó la canícula.

El caso es, que ya que estaba por aquí, me he dedicado a hacer un repaso por los bares, restaurantes y tascas de ‘la redolada’ y cómo no puedo evitarlo, me he dedicado a subir imágenes a mis redes sociales de todo, para que se viese lo bien que se come en mi pueblo, y ya que estamos, para dar un poco de envidia que para eso se inventó Instagram.

Mi sorpresa fue mayúscula cuando varias personas me escribieron mensajes por privado, sorprendiéndose de la buena pinta que tenía todo.

En mi frente se dibujó un ‘¿¿¿Cómo???’ enorme y dicho esto, de la cabeza me salió un hongo nuclear.

¿En serio los urbanitas podemos ser tan ilusos al pensar que en nuestro entorno rural se come mal?

Repasando mentalmente conversaciones con familiares, amigos, conocidos y allegados, llegué a la conclusión de que en la mayoría de los casos, salvo que seas un amante del buen comer y buen beber y no te importe empeñar un riñón en gasolina para desplazarte hasta otros municipios, solemos movernos bien poco de nuestro entorno, esgrimiendo muchas veces el manido argumento de que, ‘como en X (rellene el nombre de su localidad), no se come en ningún sitio’.

No, no sé cómo irá el tema por otras Comunidades Autónomas, aunque me imagino que irá parecido, pero aquí, precisamente aquí, tenemos un valor gastronómico y hostelero diseminado por todo el territorio rural de Aragón, que podría callar a cualquiera.

Sin ir más lejos, tres de los siete restaurantes con Estrella Michelín de Aragón, (ojo, casi un 50%), están situados en pequeños pueblos. Es el caso de ‘Callizo’ en Ainsa (Huesca), ‘Espacio N’ en Esquedas (Huesca) y la ‘Hospedería El Batán’ en Tramacastilla (Teruel), o los trece de catorce Bib Gourmand que tenemos en Aragón… y podría seguir con más reconocimientos y premios, aunque para mi entender, más que premios y reconocimientos, lo importante es que muchos de estos restaurantes rurales no disponen de mesa, si te plantas a la torera sin haber reservado antes.

Haberlos, hay de todo, como en botica, pero muchos de los que conozco sirven una gastronomía que, por mucha cocina tecno-emocional y piji-filibustera que practiquen (los hay muuuuuy pocos porque los paisanos les quitan rápidamente la tontería), está basada en los pucheros tradicionales de la zona, que han perdurado gracias a las manos de madres y abuelas del lugar, usan producto de cercanía, o lo que los modernos llaman hoy alimentación eco y Km.0.

¿Podemos ser tan chovinistas los urbanitas de pensar que fuera de nuestras imaginarias fronteras, los cocineros no estudian, no se forman, no se preocupan por mejorar, investigar, estar al loro de las últimas tendencias gastro..?

Sigo dándole vueltas al tema… no sé cuál será el motivo del desconocimiento de estos restaurantes. Tal vez que muchos de ellos carecen de redes sociales, que a los ‘foodies’ se les acumula el trabajo, o que los propios paisanicos esconden estas joyas para que no vayamos los de la ciudad a dejarles el domingo sin mesa. ¿Quién sabe?

Lo que tengo claro es que seguiré buscando estas pequeñas joyas que tenemos repartidas por todo nuestro Aragón.

Archivado en

Suscríbete a Diario de Huesca
Suscríbete a Diario de Huesca
Apoya el periodismo independiente de tu provincia, suscríbete al Club del amigo militante